Siendo muy joven vino de Empedrado y vivió desde 1817 en puntas del PAÝUBRE, donde tenia su estancia, son pocos los datos que sé a podido encontrar, quien fuera sargento de las milicias del PAÝUBRE que donara generosamente en 1829 el terreno para la construcción de la Capilla y el asentamiento del pueblo a la vera del arroyo de las Garzas.
Contrajo matrimonio con doña Maria Luisa Vallejos de cuya unión nacieron once hijos llamados: Buenaventura, Juan de Rosas, Anastasio, Justo, Guillermo, Eugenio, Jerónimo, Maria Inés, Dionisia, Encarnación y Andrea; al fallecer su esposa sus restos fueron sepultados en la Iglesia, ya que esa fue la única gracia que pedía, que los restos mortales de ambos tuvieran por tumba ese lugar sagrado. Después de pasar algunos años contrajo nuevas nupcias con doña Lorenza Barrios no teniendo no teniendo esta vez descendencia. Don José María Gómez falleció en el año 1858, siendo sepultado en la Iglesia junto a su esposa. En el año 1910, la única sobreviviente era su hija menor Andrea, viuda de Guillon y fue asignada con un subsidio por la Municipalidad en recordación de su padre; en ese mismo año hubo una sugerencia para que los restos mortales de José M. Gómez fueron llevados a la plaza de su nombre un monumento que perpetuara la gratitud de los Mercedeños, pero esta idea no prospera y la plaza fue destinado para la construcción de la Escuela Normal “Manuel Florencio Mantilla”.
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