2005-11-24 Boca Lo Tenía, Se Durmió Tres Minutos Y Complicó Su Futuro En La Copa
Boca lo tenía, se durmió tres minutos y complicó su futuro en la Copa.
Los de Basile ganaban con un gol de Insúa. Pero los chilenos rápidamente lo dieron vuelta. Palermo igualó a siete del final y evitó la derrota.
Así como el domingo renovó su sueño local con el triunfazo ante Vélez, anoche Boca llenó de dudas su otra esperanza, la internacional. Porque no pudo con la Universidad Católica y debió conformarse con un 2 a 2 no demasiado bien visto y alcanzado recién a siete minutos del final. Porque lo fue ganando y casi lo pierde este Boca que acostumbra ir de la risa al llanto de manera peligrosa. Porque ahora deberá enfrentar la locura chilena —ya está todo vendido para la revancha del jueves 1º— sabiendo que un 0-0 o un 1-1 lo expulsarán de la Sudamericana.
No jugó bien Boca, salvo ese ratito del complemento en el que consiguió el primer gol, el de Insúa, otra vez salvador de un equipo que arrancó con muchos suplentes y a la deriva. Pero, cuando debió consolidar esa ventaja conseguida por el Pocho, durmió y recibió dos goles en tres minutos. Otra vez, el equipo de Basile le dejó demasiado abierta la puerta al factor sorpresa. Y como hubo de las buenas y de las malas, salió de esta primera semifinal con un sabor agridulce.
El Coco apostó al Apertura, dejó en segundo plano la Copa, cambió a siete de los que vencieron a Vélez e incluyó a muchos que casi ni recordaban cómo era ser titular, como Ibarra, Ledesma, Silvestre... ¿Barros Schelotto? Había jugado de entrada por última vez el 14 de junio, con Chivas.
Así, a Boca no se le podía exigir funcionamiento aceitado, pero sí actitud y búsqueda ofensiva. En el primer ítem, aprobó de entrada. Falló en lo otro, al menos de arranque, cuando extrañó a Insúa, quien cuando entró le cambió la cara al equipo. Al principio, Boca no encontró las ideas. Se aceleró. Y se la pasó tirando pelotazos largos y sin sentido.
Gago estaba lúcido, pero con eso no alcanzaba. Cardozo, de enganche, no andaba fino. A Bilos se le notaba la falta de ritmo tras la neumonía, el viaje con la Selección y la gastroenterocolitis. Y Guillermo y Palermo, esta vez, no podían conectarse como sí lo hicieron al final, con el gol del 9 que selló el empate.
Los chilenos, de a poco, fueron haciendo pie firme. Abrían la cancha con un buen manejo. Eran criteriosos y, también, superiores a Boca. Fuenzalida no paraba de trepar, Ormeño equilibraba, Conca se movía bien y Rubio lo enloquecía al Cata Díaz. Lo que le faltaba a la Católica era profundidad en algunos casos, y precisión en otros. Por eso la etapa inicial se murió en cero.
Hacía falta volver a mover el tablero en Boca. Y fue así que Basile apostó a Federico Insúa para el segundo tiempo y lo sacó a Cardozo. Y Boca empezó a jugar diferente. Más claro. Más incisivo. Lo tuvo Guillermo tras una jugada de Ledesma, pero su derechazo rozó el segundo palo. Justamente el palo, más tarde, le dijo "no" a Palermo. Y diez después, fue Buljubasich el que manoteó al córner un cabezazo del 9.
El gol estaba al caer. Y llegó a los 25, luego de que ingresaran Palacio y Battaglia para dibujar un 4-3-3. Centro del Melli, Palermo no llegó a tocarla pero el Pocho, ingresando por el segundo palo, lo cabeceó al gol.
La alegría duró nada... Tiro libre de Conca, se quedó Morel, cabezazo de Imboden —ex Boca— y 1-1. Enseguidita, Conca a Núñez (inexplicablemente sin marca), centro y el Polo Quinteros lo dio vuelta. Increíble. Real...
Tan real como ese otro centro de Guillermo que bajó Palacio y que Martín, a lo Palermo, mandó adentro. El triunfo estuvo después para cualquiera, pero la chapa ya no se movió más: fue un 2 a 2 a pura sorpresa, a puro descontrol, a pura emoción...