Isabel Mambrin De Cardozo (Mabel) | |
Nacida en la Cruz Corrientes el 2 de julio de 1941. Docente jubilada como profesora de Inglés. Casada con Hugo A. Cardozo, madre de Marcelo, Viviana y Horacio. Quietud En la sonora vibración de mi alma como un cofre que al abrir derrama tus palabras palpitan cual diáfanas vertientes o crean melodías que en su lento viaje mueren a mi lado. Tus versos y los míos tejen con piadoso ensueño entrelazadas en la quietud de la tarde como zozobrantes olas que llevan a la quieta playa el ideal más puro que acaricia tu mirada. Vuelo hacia la orilla de tus ojos y allí vierto mi canto silencioso en un lenguaje mudo y frágil habitando sin respuesta el perdido edén de mí alegría… 1º Premio “Atahualpa Yupanqui” con la Poesía “Quietud” en Longchamps Buenos Aires Cada vez Cada ves que evoco tu rostro tu mirada me dice: “Mama”. Cada vez que veo tu cama, la misma en que tu soñabas dulces sueños de adolescencia, tu alma saturada de ángeles vuela y se adueña de mi propio sueño. Cada vez que la puerta se entreabre, presiento que eres tú. Y corro buscando abrazarte y decirte “Te quiero”... Cada ves que escucho tu canción preferida una lagrima se desliza sin que pueda evitarlo. Cada vez que te nombro te imagino en mis brazos acunándote, besando tu rostro suave... Cada vez que recuerdo tu infancia la ausencia golpea a mi puerta. Cada vez que vez que leo tus cartas recreo en secreto mi tesoro de amor. Una oración profunda sube a mis labios y agradezco todos los fragmentos de un tiempo feliz. Soledad Eres parte de mi vida y me duele esta tarde que llora llamaradas húmedas desgranando sueños color eternidad En el fondo de mi alma un puñado de besos luchan apasionados y estallan dentro del pecho Soledad No apagarás mi esplendor aunque con tu opacidad como un enjambre de ausencia me volveré silencio... silencio. Soledad Ya eres recuerdo, grabaré las melodías, las poesías, las risas y el aroma de las flores que alegremente plantara Un día... Nostalgias Allí, desde las entrañas mismas de mis huesos brota el tremendo espejo de mi nacimiento y se hace verso en mi corazón florido. Verso que se hace luna y sacia mi corazón sediento de pura esperanza amanecida. Dentro d e mi, hay cenizas de sueños que vencen el abismo en un susurro de hojas y mis manos aprietan caminos y distancias. Recogido en el imperio de mis sueños como Estrella del Oriente, hinchada de soledades anudo mi otoño y tu verano con pequeñas gotas de cielo... ¡Son tan pobres las palabras! Son como burbujas que escapan cual gaviotas. En mi pecho aprisionado es como un río que corre. Es una rosa encendida. es pureza y alegría Y la mejor de las plegarias. allí se prendieron mis ojos como en sueño volando en busca de un horizonte. Es agonía en ausencia, un suspiro, una caricia... y es renuncia cuando daña. Hoy repliego mis alas por que el dolor me lastima, sangra el corazón en agonía. Pero si, te digo que llenaste de amor y de dulzura nuestras vidas... Cautiva En tu paisaje pierdo la paz porque al tocar tus manos se derrama mi alma en soledad. Mis alas rozan el horizonte confundiendo amanecer con crepúsculo para que caigan violentos sobre mi plumaje de acero. Salgo del tiempo para desaparecer y descubrir lo oculto de nuestro misterio. ¡Estoy aturdida de silencio! Quiero hacer una primavera de caricias deshojadas y encerrar este desborde dentro del posible aún. Quiero cubrir tu otoño con mil hojas amarillas y anudarme a tu leño hasta sentir la cercanía de tu eco. Una gota de cristal se detiene en mi desnudo firmamento. Es tan bella como un himno de alegría y se eterniza en un manantial de cielo lunar. Colibrí El Adiós Un mundo sin regreso. Campanadas que estallan impías… en el alma. Restos de tiempo inundados de dicha con fragilidad de paloma y sinceridad de niño vestido de azules buscando la savia de antaño sin jamás encontrarla. Susurro, lento susurro de hojas. El no vendrá hoy Te veo en cada cosa que soñamos. El río, crece, se ensancha, florece y entonces pareces que eres tú mismo quien se aleja, mientras mis ojos heridos aumentan su llanto y me entrego al abrazo de ondas de espuma. Una mariposa sutil hizo nido en mi soledad… Sobrevoló mi esencia y permaneció a mi lado Ausencia y silencio ¡Esencia y milagro! Suirirí La melodía de tu eco Te adueñaste de mi voz? ¿Por qué te escondes amado mío? Aquí donde te encontré te espero. ¡No tardes en llegar! Los duendes revolotean a mi alrededor, me rozan como gotas de lluvia y yo desespero aguardándote. Evoco horas felices, guardo tu temblor. Perdida en la melodía de tu eco retornaré a los momentos inolvidables en recuento de sueños infinitos hechos sobre la sombra de tus ojos. ¡Oh, dulce melodía! Soy tu vigilia, soy tu sombra y la mía volando como suave manantial. La lluvia empapa la melodía de tu voz ¿Eres la lluvia en esa pequeña danza? O... eres agua y mar en mis entrañas? Me ahogo en tus besos con nostalgia. Sobrevuelo tu silencio lleno mi corazón de luces y tu como el sol tras las nubes sin haber libado siquiera el sabor de mis besos. Es invierno en mi geografía estoy en ti, mi dulce sueño. La melodía de tu eco, no morirá jamás y nuestros pasos pasarán a ser eternidad. Con la musicalidad que tiene cada hoja al caer tus palabras me traen felicidad y atravieso con fascinación el viento... Sofisticada, excéntrica, gira la tierra y me imagino una luna la que inspira a los poetas en la oscuridad de la noche. La melodía de tu eco es un puñal de sueños de luz. Tus manos amadas ya no me tocan ¿Por qué te me ausentas? Crepúsculo y amanecer se confunden y mis deseos rozan el horizonte. Desde el aire un vuelo de pájaros me trae el aroma delicado de nuestra canción. Quiero sentir la cercanía de tu eco y descubrir lo oculto de nuestro misterio para vagar encadenada hacia tu alma desabrochando flores con el espacio infinito. Tiempo suave por el deseo vehemente tocando agazapados hilos de encuentro bordados con las notas del recuerdo para beber la soledad de este momento. Escucho las notas melodiosas de un violín ¿Estarás en el llano de la ausencia? Me pregunto donde quedo aquel abrazo? Mientras dejo la mente detenida En la niebla dorada de mi ocaso. Luz |